Llegó el momento de (volver a) hablar del Hombre sin miedo, nuestro Daredevil. Y lo hago en el momento justo ya que ahora está de vuelta a la palestra por su nueva serie de televisión que no ha decepcionado al fandom. Apuntada está en mi lista de series pendientes. Pero centrémonos en las viñetas, en un mundo en el que el carácter individual y delimitado de la serie ha dado pie, en numerosas ocasiones, a que diversos autores se sientan más autónomos con Matt Murdock y lo desarrollen cómo se merece.
Con este objetivo entró en la colección Ann Nocenti, una de las primeras guionistas de la Casa de Las Ideas que demostró sucesivamente que tenía muchas de estas últimas. Pero claro, entró justo después de un Frank Miller que había, seguramente, llevado al personaje a su punto culmen. No pocos autores se habrían quedado gélidos ante tal encargo, pero no Nocenti.
¿Queréis descubrir lo que hizo? ¡Acompañadme!
Antes de nada, debo hacer notar que he podido realizar esta Retroreseña gracias a la edición de Marvel Héroes 39 por parte de Panini, al gran precio de 9,95 € por nada menos que 230 páginas. Si no se tenían ediciones anteriores, es una opción aconsejable.
Lo primero que salta a la vista es el feminismo del que hace gala la escritora, necesario en aquellos 80 (y en la actualidad, para qué nos vamos a engañar) evidenciado en muchas acciones y frases en torno a su nueva creación, María Tifoidea. Como por ejemplo la sentencia que le espeta un acólito a la villana: "¡Súeltame!, Me tratas como si tú fueras el hombre y yo la mujer". Tifoidea es, para el que no la conozca, una asesina bipolar (parte sensible e inofensiva y parte psicópata) que va por libre, sin responder ante nada ni nadie. Controla todo lo que sucede a su alrededor y, en esta fórmula, el cuerpo de su compañero no iba a ser menos. Sí, el hombre es el objeto. Daredevil pasa a ser una marioneta más.
Eso sí, que sea independiente no significa que no pueda forjar alianzas. Como hace con Kingpin, el cual continúa con su odio perpetuo a la dualidad Matt Murdock/Daredevil y su pretensión de destruir todo lo que éste ha construido. A él María le trata de igual a igual, poniéndose a su mismo nivel aunque sea una auténtica novata en estas lides.
Pero ¡ay, amigos! María Tifoidea no es la única figura femenina que sobresale. Karen Page, en su papel de ayudante y pareja de Matt, da muestras de una fuerza robusta. Personaje maltratado por varios autores, aquí se erige como el verdadero bastón sobre el que se apoya nuestro superhéroe, zarandeado una y otra vez aunque se haya acabado de recobrar de la pelea más importante de su vida.
Pero la figura femenina no es lo único que reivindica Ann, ya que también pone su lupa de denuncia sobre el poder financiero de Wall Street, las multinacionales contaminantes, las políticas nucleares y -¡cómo no!-, la mafia.
Nocenti no sólo se desempeña bien, sino que ejecuta airosamente todas las tramas relacionadas con los juicios que tanto gustan al lector medio de la colección. Capta que no sólo una serie de peleas callejeras en la Cocina del Infierno, sino una continua reflexión sobre la moralidad, la ética y las leyes que rigen nuestra sociedad.
Punisher hace un cameo breve, casi hasta insustancial. Y es preferible así porque la historia tiene un ritmo tan marcado y trepidante que cualquier interrupción mayor podría haberse cargado todo el conjunto. Al igual que La Antorcha Humana, aunque este sí que adquiere más relevancia en la historia al utilizar toda su vis cómica para calmar un poco la tensión narrativa.
La colección también enlaza con la saga Inferno, aprovechando esa coyuntura para hacer que la Viuda Negra pase a saludar a los personajes recurrentes de la serie. Aún así, Nocenti vuelve a hacer un malabarismo y consigue hacer suyos los elementos nuevos del crossover y enlazarlos con la trama de una manera más que satisfactoria. Llevando la acción hacia lo fantástico y lo demoníaco con un clímax que acaba justo al final del tomo. A mi entender, este es el punto clave en el que Nocenti definitivamente se hace con la serie y demuestra que está preparada para cualquier eventualidad.
A nadie se le escapa que utiliza herramientas de Frank Miller, como son las apariciones del padre de Matt a tiempo para que su hijo no se rinda por muy derrotado que se sienta o los recuerdos del maestro Stick. Por no decir que María Tifoidea es algo así como una copia moderna con sus propias circunstancias de Elektra. La guionista consigue introducir los suficientes elementos para que sus creaciones logren ser reconocidas y aguanten el paso del tiempo por sí mismas.
Casi es una herejía que no haya nombrado todavía al otro artífice de que este tomo tenga un nivel tan elevado. John Romita JR se hace con todos y cada uno de los momentos con una facilidad pasmosa. En un contexto en el que ya tenía experiencia en otras series, aquí se empieza a soltar y experimenta con las diversas formas de composición en la narración. Conviertiéndose así en heredero perfecto de un Miller que había alcanzado su cénit artístico meses antes en esa colección.
En mi opinión, a JRjr siempre le han sentado mejor los títulos individuales que los de grupos con muchos integrantes, y aquí tenemos la enésima prueba de ello. El dinamismo que le imprime a Daredevil en sus escenas de lucha (mención especial a sus espectaculares páginas dobles) apenas se puede comparar con cualquier otro artista marvelita. Si ya encima se tiene en cuenta que participó aportando ideas propias, nos encontramos con un trabajo al más alto nivel.
La saga de María Tifoidea, un relato portentoso que contribuyó con su grano de arena para que en los tardíos 80 Daredevil siguiese brillando como nunca. Hurra por Ann Nocenti y John Romita JR.
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