Como hablaba recientemente con Dani de Atom Cómics, los años centrales de la década de los 2000 fueron apasionantes para aquellos que nos adentrábamos en el mundo de los cómics pijameros. La época del "Continuará...".
Cada mes Marvel y DC se repartían indistintamente los primeros puestos de los cómics más vendidos auspiciados por la revista Wizard y los medios digitales (Newsarama, CBR...). Causado por un crescendo competitivo, el hype crecía exponencialmente con cada nueva propuesta de los mandamases Joe Quesada y Dan DiDio. Una de aquellas apuestas en la Casa de las Ideas fue dar las riendas de Los Vengadores a Brian Michael Bendis, el cual había alcanzado grandes cotas de popularidad con Ultimate Spiderman, Daredevil y Alias. A tenor de los sobresalientes informes de ventas correspondientes, decisión más que acertada.
Lo que no esperábamos en aquel entonces es que en Vengadores Desunidos Bendis manejara la continuidad a su antojo para acabar de forma cruel y precipitada con uno de los equipos más queridos del universo Marvel. Para los seguidores de las etapas de Kurt Busiek (y de Geoff Johns en menor medida) el trato a la Bruja Escarlata y sus víctimas resultó todo un jarro de agua fría. Una vez consumada la voladura del tercer volumen, de ahí en adelante sólo se podía ir a mejor. Tocaba construir.
Y en esas llegaron en enero de 2006 (enero de 2005 en la edición estadounidense) los flamantes Nuevos Vengadores con el mismo equipo creativo en el primer arco, con el no menos explosivo David Finch al dibujo. Las múltiples filtraciones habían ido adelantando el trabajo y ya sabíamos de sobra los integrantes del nuevo equipo: Spiderman, Capitán América, Spiderwoman, Iron Man, Luke Cage, Lobezno, el Vigía y Ronin, estos dos últimos uniéndose en entregas posteriores. Podría haberse truncado en un fracaso estrepitoso, pero de alguna manera esta particular Liga de la Justicia marvelita consiguió mantenernos enganchados grapa a grapa a las alambicadas tramas que erigía el bueno de Bendis.