Después de este parón de medio año sin anunciar, vuelvo por estos fueros para compartir humildemente con vosotros mis comentarios sobre los cómics que tenga la suerte de leer. Y la verdad sea dicha, sería complicado hallar un cómic mejor para mi vuelta que este de The Private Eye, por Brian K. Vaughan y Marcos Martín.
Después de Doctor Strange: The Oath, una de las mentes más creativas de Norteamérica (Ex Machina, Y: El último hombre) se vuelve con uno de los talentos patrios (The Amazing Spider-Man) para traernos una aventura cargada de imaginación e ideas con doble lectura. ¿Qué ocurriría si internet colapsase y la nube de datos acabara revelando los secretos de todo el mundo?
Si creéis que esta premisa es interesante, esperad para ver lo que os tengo preparados.
Estamos en el tercer centenario de EEUU. Para aquellos que no se os den bien las matemáticas o la historia, en 2076. No será una fecha elegida al azar, ya que el debate sobre si la seguridad debe estar antepuesta a la libertad es un tema intrínseco a la esencia norteamericana. Solo que esta vez desde un punto diferente, localizado en un escenario postapocalíptico. El colapso de la nube, dejando al descubierto todas las vergüenzas propias y ajenas, provocó una auténtica tragedia en cuanto a civilización se refiere. Viendo nuestra situación actual en cuanto a la tecnología, estando a medio camino entre la obsesión y la dependencia, no parece tan exagerado este planteamiento. ¿Verdad?
El concepto de fondo es el tratamiento de la información y las condiciones de la privacidad pero la forma de tratarlo es diferente a cualquier otra antes vista. Así, nos encontramos con que las fuerzas de la ley y el orden están encarnadas por el cuarto poder, el periodismo. Son los (tenientes) corresponsales los garantes de la seguridad, forzados a realizar su trabajo en un mundo lleno de oportunismos, medias tintas e identidades cambiantes.
Las referencias que manejan los autores cabalgan entre la ciencia ficción y el cine negro de detectives (esos posters de Cara de ángel, el Halcón Maltés, etc.) componiendo una mezcla bastante curiosa que a mí me recuerda sobremanera a Alphaville de Jean Luc-Godard (recomendable para los amantes del cine). Bebe del cine negro pero sin comulgar al pie de la letra con los estereotipos de este. Por ejemplo, aquí la figura de la femme fatale no surge, ahorrándose un rol bastante criticado por algunos sectores del feminismo. No les falta razón debido a la percepción de la mujer a través de ella como un intermediario de lo maligno, la perdición personificada.
P.I., el detective (en este mundo, 'paparazzi') protagonista, no tiene mucho en común con los personajes de las películas de Humphrey Bogart y Peter Lorre. Aliviado por no tener la losa de ser un macho alfa imán de mujeres, brilla cuando no tiene reparos a la hora de pedir ayuda cuando un caso se le atasca.
Otro rol clásico que se desvirtúa en The Private Eye es el de la némesis. Vaughan crea un villano que, aunque su modus operandi violento no tenga discusión alguna, sus intenciones ya entran en un terreno más gris. Porque pretende volver a lanzar internet a través de las televisiones para el uso y el disfrute de todos los ciudadanos. Que levante la mano el que no tenga escondida en su mente una mínima característica voyeur de vigilar lo que hace el prójimo. Lo que yo decía.
Una disposición de los personajes juguetona y que, en definitiva, acaba huyendo de los clichés. De esta manera los lectores estamos todavía más expectantes sobre a dónde nos llevará Vaughan. Como un barco pesquero en un día de tormenta, sin saber por dónde va a llegar la próxima ola.
La tensión del arco argumental de diez números está tremendamente bien orquestada, funcionando cada giro como un reloj suizo. Y en esto tiene tanta 'culpa' Vaughan como Martín, llenando las últimas páginas del desenlace con una espectacularidad difícil de describir. No tendría que sorprendernos, ya que estamos ante autores diestros en el arte de la narración.
Desbordante imaginación la que gasta Marcos Martín. la cual no puede tener mejor cauce que su estilo de dibujo. Les sienta francamente bien el no tener una editorial detrás para tener plena libertad tanto en guiones como en el apartado artístico. Hasta cada personaje secundario o de simple 'figuración' consigue que dilatemos la lectura para fijarnos en cada detalle, es lo que tiene jugar con máscaras de diseños entre humanoide, alienígena y váyase usted a saber.
El formato de lectura horizontal, huyendo de las medidas convencionales del cómic (26 de alto por 17 de largo aprox.) resulta chocante de primeras. Pero conforme va avanzando la acción, se va adecuando al dibujo desplegado por Martin. El cual es apoyado en el color por Muntsa Vicente, que despliega una paleta de colores saturados sin apenas degradados que también aporta su granito de arena en esto de impactar al respetable.
Creo que queda bastante claro el buen sabor de boca que me ha quedado con esta lectura. Os aconsejo encarecidamente su compra/descarga a través de su página web (Panel Syndicate). A poder ser, dejando el dinero que esta producción se merece. Que no es poco.
THE PRIVATE EYE (#1-10)
Guión: Brian K. Vaughan
Dibujo: Marcos Martín
Color: Muntsa Vicente
Publicación: Panel Syndicate
Formato: Color, 27-32 páginas cada uno
Idiomas disponibles: español, inglés y catalán
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