Una de las mejores decisiones que tomó Marvel la década pasada fue volver sobre la idea de una línea independiente alejada de los superhéroes tradicionales que todos conocemos. La editorial ya tenía antes una línea similar,
Epic Comics, con colecciones que tuvieron desigual fortuna. El nuevo sello se llamó
Icon y su cartera de nombres estaba restringida únicamente a aquellos autores que ya se hubieran creado un nombre en la industria ya fuera por su talento o por su éxito en cómics superventas o ambos casos. Dichos
autores no tienen que ceder los derechos de los personajes que crean pero como contraprestación no cobran por encargo y deben promocionar la serie con sus propios medios.
En este arriesgado panorama emerge
Mark Millar, totalmente liberado de las ataduras que supone personajes con una historia de más de 5 décadas. Su primer disparo ya dio en la diana, con
Kick-Ass sacudiendo todos los pilares del cómic mainstream. Como cabría esperar, las diabluras del escritor escocés no terminaron ahí y siguió sacando a relucir ideas jugosas en proyectos como
Superior, Supercrooks o The Secret Service. Ya habrá tiempo de hablar de todas ellas, pero es el tiempo de hablar de su colaboración con
Steve McNiven en otra
miniserie de Icon: Némesis.