lunes, agosto 04, 2014

RetroReseñas: La Viuda Negra: La guerra más fría

Hoy es el turno de Natasha Romanoff, uno de los personajes más carismáticos pero a la vez también más eclipsados de la Casa de las Ideas. En los 90, además de cortarse el pelo y aumentar su look de femme fatale, se mostró capaz de tomar decisiones sin pestañear cogiendo las riendas del grupo más poderoso de Marvel, Los Vengadores. Y no lo hizo nada mal. Luego con los Heroes Reborn, Heroes Return y demás cayó en un olvido relativo del que de vez en cuando se lograba escapar, sobre todo con Daredevil. Pero eso ya pasó, ahora con tantas películas en las que la gran Scarlett Johansson la interpreta, vuelve a tener grandes cotas de popularidad.

Pero yo quiero centrarme en la época noventera, cuando su traje negro era más gris que nunca y sus picaduras eran el centro de muchas historias. Así, hablaré de una de estas narraciones, publicada originalmente en EEUU en forma de Novela Gráfica por eso de ampliar mercado (aquí se publicó en Marvel Heroes #70-71 de Forum) y titulada La Viuda Negra: La Guerra Más Fría.

No es una coincidencia que la primera colección que protagonizara Natasha se editara justo después de la caída del muro de Berlín y el comienzo de la desaparición de la Unión Soviética. Marvel ha querido siempre reflejar de una forma en otra en su universo lo que ocurría en el mundo real. Así, en 1990 se decidió darle mucha más importancia a una de nuestras espías favoritas. Y, como es lógico, aprovecharon para hacer un repaso de su vida hasta entonces para aquellos lectores que no tuvieran conocimientos enciclopédicos.

Aprovechan que los fantasmas del pasado (en forma de novio resucitado) acosan a La Viuda Negra para narrar gran parte de su vida, su afiliación a Los Vengadores y sus amoríos americanos con Ojo de Halcón y Daredevil. Se echa en falta alguna mención al ratito ese que estuvo en Los Campeones con Hércules, El Hombre de Hielo y El Motorista Fantasma, pero nada importante (igual que esa cabecera).

La historia, aunque publicada en 1990, se remonta tres años antes, cuando la URSS todavía era la URSS y el telón de acero estaba tan rígido como siempre. Los norteamericanos, lógicamente, aprovechan esta tesitura para poner de manifiesto la libertad que tienen los rusos (en concreto Natasha) con el comienzo de la llamada Perestroika.

Gerry Conway, quién sabe si sabedor de que en los próximos años el personaje va a ser la líder de Los Vengadores, utiliza este título para testar el agua a ver cómo reaccionan los lectores. Ahí es dónde mejor funciona esta aventura, su falta de pretensión hace que se disfrute más la trama de contraespionaje entre el Kremlin y el Tío Sam.

Lo que falla en el argumento propuesto es hacer creer que una especialista en mentiras y traiciones como Natasha caería tan fácilmente en una trampa de los rusos. ¿Cuántas resurrecciones falsas habrá vivido en toda su vida? ¿A cuántos robots o clones o contrapartidas de otra dimensión se habrá enfrentado?

Es incongruente con alguien cuyas virtudes son la inteligencia y a astucia, por muchos sentimientos que hayan de por medio ante la posible vuelta de su primer amor, Alexei Shostakov. El que, por cierto, regresaría definitivamente hace poco en el crossover Widow Maker entre las colecciones de La Viuda Negra y Ojo de Halcón & Pajaro Burlón.

Aunque esta incoherencia es salvada por la campana con la intención de Romanoff de que, pasase lo que pasase, por lo menos recabaría información de la tecnología soviética. Conway se sabe cuidar las espaldas aunque esa justificación no termine de encajar del todo.

En cuanto al apartado gráfico, George Freeman es el encargado de trazar las ultraconocidas curvas de la ex-espía. Y, aunque pretende alejarse del estilo clásico superheroico, no se encuentra especialmente inspirado y acaba pareciendo un remedo de Miller o Sienkiewicz pero sin la narratividad y el genio de estos. Recomiendo el tomo 100 % Marvel que publicó Panini, La Viuda Negra: Hogar, Dulce Hogar, con dibujos de Sienkiewicz para entender lo que digo y a la vez disfrutar de su estilo.

Para terminar con esta retroreseña, manifestar que es una novela gráfica un tanto intrascendente, recomendable sólo para aquellos que quieran entender la personalidad y el pasado de la solitaria Natasha Romanoff, uno de los puntos claves en los que Conway acierta.

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