jueves, abril 21, 2016

Cómics forasteros: Watchmen de Alan Moore y Dave Gibbons

¿Qué decir de uno de los cómics más leídos de la historia? ¿Qué se puede aportar nuevo después de los innumerables y acertados ensayos que se han publicado sobre él? La empresa es, cuanto menos, difícil. Pero como este es mi blog y los que lo leéis os interesa (la razón de que os interese me resulta indescifrable), vayamos adelante con mi reseña sobre Watchmen, aprovechando que ECC Ediciones acaba de sacar a la venta una brillante (y costosa) edición en cartoné.

Entre 1986 y 1987 se publicó en Estados Unidos, con gran promoción y un trato especial (sin publicidad interior), una saga de 12 números llamada a cambiar para siempre la temática superheroica y eso es justo lo que consiguió DC. Para su producción, Alan Moore y Dave Gibbons se coordinaron inmejorablemente durante meses para contar su relato, sin trabas ni censura editoriales. ¡El resto es historia!

ATENCIÓN SPOILERS

Proveniente del Reino Unido y el célebre 2000 AD, para esos años el autor inglés ya se había aclimatado al sistema de producción norteamericano gracias a una larga andadura en la colección de La Cosa del Pantano (Swamp Thing). El propósito inicial pasaba por que revitalizase (para más tarde fulminar) a los héroes antiguos de la Editorial Charlton, pero se tuvo que interrumpir ya que DC los incorporó a su continuidad tradicional.

Fue entonces cuando Moore tuvo que echar mano de su fecunda imaginación para concebir los personajes, con el desafío de ser lo suficientemente parecidos y lo suficientemente diferentes para no tener problemas en ningún frente. ¿Cuántas obras maestras se han creado fortuitamente con imprevistos? Por ejemplo, Casablanca y Taxi Driver en el cine. No en vano desde muchos sectores se compara acertadamente a Rorschach con el personaje de DeNiro: Travis Bickle.

La intención del inglés con Rorschach, Ozymandias, Búho Nocturno, Espectro de Seda y el Comediante era realizar una representación realista de un mundo superheroico que respondiese a la pregunta "¿Qué pasaría si hubiera superhéroes en el mundo real?". En ese universo encapsulado descubrimos que los superhéroes forman parte de un viejo orden caduco que debe ser reformulado para alcanzar una paz y una justicia global. No son fascistas, no se adueñan del poder ni gobiernan déspotamente, pero sí acaban siendo instrumentos de un gobierno cada vez más viciado y enfermo. "El superhombre existe y es americano"

Que el escritor eligiese a Adrian Veidt (Ozymandias), el superhéroe más rico, inteligente, atractivo y atlético, como la gran mente maligna detrás de todo el rompecabezas fue una revolución en sí misma. La desconfianza hacia las élites volvía a ser uno de los ejes principales de Moore, que estudioso de la temática del proletariado y la anarquía, ya había enarbolado la bandera de la indignación y la insurgencia frente al establishment político y económico con V de Vendetta. El antagonista real es el reaganismo de los años 80, el cual estaba transformando a Estados Unidos en un ente que se creía superior e invulnerable, sin ser consciente de los daños colaterales que estaba provocando en la sociedad y el mundo en general. El contexto en Watchmen es completamente necesario: es la era del temor vía televisión a una Destrucción Mutua Asegurada por la confrontación con la URSS por el uso de armas nucleares.



No cabe otra que quitarse el sombrero ante la elección del londinense Dave Gibbons como compañero de viaje, una de las más acertadas del medio secuencial. El estilo limpio y cuidadoso del dibujante aumenta exponencialmente el gusto de los guiones por el regocijo y la minuciosidad en los detalles. Gibbons es tan culpable como Moore de lo agobiante de la lectura, sobre todo por el consejo de emplear el estricto formato de 9 rejillas (3x3), que produce un ritmo sencillo y eficiente a disposición del visceral discurso.

El tándem británico engendra una nueva realidad a través de un enfoque decante y un despliegue de recursos estilísticos: la narración a varios niveles, los flashbacks encadenados, las tramas paralelas y la suma metaficcional de Relatos de Navío Negro, cómic dentro del cómic que sirve de contrapunto dramático entre diégesis. Por si fuera poco, la enorme cantidad de citas a eminencias de la cultura popular como John Cale o Bob Dylan completan la experiencia sensorial en la que con cada relectura del tomo se perciben matices previamente ignorados.

Algo que llama la atención en Watchmen es el protagonismo inmenso, aunque se trate de un cómic de superhéroes, que adquiere la “gente mundana”. Vemos prepararse a un conjunto de personajes de la calle ante lo que parece un apocalipsis inminente. Las inquietudes, los pensamientos y los cambios de moralidad salpican las viñetas como no lo hacen en la adaptación cinematográfica de Zack Snyder. Se vislumbra así cierto hastío del género por parte de unos autores que se interesan tanto (o más) por los resquicios morales de los seres humanos corrientes como por los de los portadores de mallas y leotardos. Más que imaginación, el cómic desborda imágenes fidedignas de la realidad cotidiana. Al igual que Rorschach (espejo roto en el que los lectores nos miramos, aunque no nos agrade), su creador baja al barro de las miserias humanas para mirar al abismo y que éste le devuelva la mirada.

Aunque la metáfora de Moore como sumo hacedor y relojero de una maquinaria perfecta fuese divulgada por la crítica, hay algunos engranajes que podrían tener mejor ensamblaje. La tibia resolución del diario de Rorschach y la poca relevancia de los personajes femeninos son dos aspectos de la trama que seguramente hubiera querido mejorar el autor inglés de poder viajar en el tiempo.


En definitiva, Watchmen es una serie limitada que usa los géneros como medio y no como fin, ya que comienza claramente en terreno noir y acaba en lo opuesto: una fantasía de ciencia ficción. Con un enfoque decadente que originó repercusiones al instante, durante la década siguiente se sucedieron en Marvel, DC o Image personajes nuevos (o renovados) con grandes dosis de cinismo y violencia dispuestos a cualquier cosa.

Sólo queda rendirse ante la evidencia y agradecer la aportación de esta obra al noveno arte. Esperemos que queden muchas más aportaciones por llegar, porque como dijo el Dr. Manhattan en su despedida: "Nada termina nunca."



WATCHMEN (EDICIÓN DELUXE)

Guión: Alan Moore
Dibujo: Dave Gibbons
Editorial original: DC (1986-1987)
Recopilación: ECC Ediciones (2016)
Edición: Cartoné, color, 448 páginas, 50 €
Página web: ECC Cómics

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