miércoles, septiembre 10, 2014

Cómics forasteros: Tank Girl

Hacía tiempo que quería conseguir un ejemplar de Tank Girl, el cómic que dibujó en los 90 el británico Jamie Hewlett. ¿No os suena su nombre? ¿Y si os digo que fue el encargado de todo lo visual de Gorillaz, la banda ficticia de Damon Albarn (Blur)? Así es, Hewlett fue el co-creador de 2-D, Murdoc, Noodle y Russell después de su paso por el cómic.

Tank Girl, con guiones de Alan Martin, no fue especialmente conocida por estos lares hasta que en Estados Unidos se hicieron eco del éxito que tenía en Reino Unido, dónde su publicaba en la revista Deadline. Incluso llegaron a hacer una adaptación cinéfila algo discreta, con una jovencísima Naomi Watts en el reparto. Más tarde Peter Milligan pasó a escribir más historias del personaje, dentro de una miniserie para el sello Vértigo de DC. Pero hoy hablaremos de la reedición que publicó La Cúpula hace 13 años, cuatro números a 2,25 € cada uno. Un auténtico chollazo. ¡Vamos allá!


Antes de abrir la primera página, me informé un poco sobre el proyecto. Y fue a través de varias páginas y blogs  cuando observé la cantidad de gente que la tildaba de artificial e insustancial. Cosa que me sorprende ya que no creo que la finalidad de los autores fuera la de jugar con sofisticados planteamientos filosóficos de altura. El propio guionista lo dejaba claro como el agua en el prólogo: "Habíamos abandonado el interés por lo intelectual y nos dedicábamos al fanzine, la forma más abyecta de comunicación para los tontos de capirote".

Tank Girl es ruido y furia, como el tanque que pilota, analogía perfecta de lo pretendido. Quiero hacer especial hincapié en esto del ruido, porque es la quintaesencia de todo el cómic. Hacer ruido visualmente en pos de reírse de todo y de todos, los autores los primeros a través de la ya clásica ruptura de la cuarta pared. Aunque hay una excepción en el número 3 (una historia sobre los indígenas y los colonizadores violentos), Martin y Hewlett a través de su creación pasan olímpicamente de tener que responder ante nadie. Y si da la casualidad de que te gusta lo que ves, pues mejor para todos.

Porque no nos confundamos. Que Tank Girl sea una anarquista sin muchos valores morales y que repele vehementemente todo lo relacionado con el capítalismo y el consumo de masas, no significa que los creadores no quieran ganar un montón de dinero con sus aventuras y ser plenamente reconocidos en el mundo del cómic y del arte. Puede parecer un poco incongruente, sí, pero nadie dijo que los personajes siempre tengan que ser un altavoz de las creencias e ideologías de sus hacedores.

Un amigo íntimo también me advirtió que nuestra antiheróina semicalva era un remedo de lo que acabó convirtiéndose Noodle, uno de los personajes más carismáticos (sino el que más) del grupo Gorillaz. O bueno, pensándolo bien sería al revés, Noodle un remedo de Tank Girl. Y es una observación bastante acertada porque, apoyada en lo antisistema, intenta romper con bastantes convencionalismos y estereotipos asociados a las mujeres durante décadas. Nuestra protagonista australiana no tiene ningún reparo en emborracharse, eructar, insultar y cachondearse de todo lo que pase por delante suya. Visto desde tiempo con cierto recelo, acaba siendo una muestra del retroceso de los últimos tiempos en cuanto a lo políticamente incorrecto se refiere.

Otra seña de la independencia que presume todo el conjunto, pero sobre todo la anti-heroína que le da nombre a la cabecera, son las relaciones 'amorosas'. Puesto que el Don Juan que se gana la atención de Tank Girl no es otro que un canguro mutante de chupa de cuero que no huele precisamente bien. Y nada de una relación platónica, sino poner en práctica el arte del aquí te pillo, aquí te mato; ñoñerías las justas.

Voy a citar otra vez a Alan Martin para completar la imagen de nuestro personaje: "¿Que quién es Tank Girl? ¿Y quién coño eres tú? Tank Girl es la hija mutante de Barbarella y Hanna Barbera; es Mad Max con diseños de Malcolm McLaren. Y ante todo, es una puta punk de segunda mano que recorre Australia en busca de una birra marca Lefa, canguros salidos y subnormales a los que disparar". Nada más que añadir en este aspecto.

Lo corto de las historias hacen incrementar exponencialmente esto que os hablo del ruido. Puesto que ayuda a la velocidad frenética y a las situaciones absurdas e inesperadas imposibles de ver venir. La imprevisibilidad es una de las bazas que tiene Martin para que caigamos en sus garras devorando viñeta a viñeta. Si a eso le añadimos la gran cantidad de referentes de la sociedad de aquellos tiempos (orientados en especial a lo pop), tenemos un resultado bastante ameno con el que entretenernos un buen rato.

Referentes por cierto, que como son tan intrínsecos de la sociedad inglesa, se optó por cambiarlos en la traducción española para que el pueblo llano nos hiciéramos una idea de lo que hablaban, De esta manera los personajes hablan en la estepa australiana sobre Bertín Osborne, Jesús Mariñas, Carmen Sevilla y la programación de Tele 5.  Sí, como cuando Will Smith en El Príncipe de Bel Air hacía chistes de Chiquito de la Calzada. Queda un poco chocante pero es la decisión que tomaron en La Cúpula y hay que digerirla guste o no.

Hemos hablado de los guiones, pero quién haya leído esta colección estará de acuerdo conmigo en que lo que más destaca es el dibujo de Jamie Hewlett. Con resultados brutales tanto a nivel de diseño de personajes como de desarrollo de la narración y uso del espacio de página, es difícil encontrar un punto flaco a su estilo. Deudor del estilo británico cuya mayor expresión es el 2000AD, tiene ese toque potente y dinámico sin olvidar el refinamiento de unos trazos casi perfectos. Sin embargo a veces parece obligado a sacrificar la primera parte para potenciar la otra.

En definitiva, Tank Girl es una lectura que hay que leer, un must read como dirían en tierras anglosajonas. Aunque sólo sea para admirar a uno de los ilustradores más imaginativos que existen actualmente. Confiad en mí, no os arrepentiréis.



TANK GIRL #1-4

Guión: Alan Martin
Dibujo: Jamie Hewlett
Reedición: Ediciones La Cúpula, 2001-2003
Formato: Tapa blanda, 40 páginas 2,25-2,4 €

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